Los mayores avances suelen venir de mirar objetivamente a las cosas más cotidianas. Y monitorizar o medir no es más que cuantificar esa mirada objetiva para llegar a un grado superior de entendimiento.
¿Por qué se hace de día y de noche? ¿Cómo consiguen volar los pájaros? ¿Por qué cae primero el yunque que la pluma? ¿Por qué fue necesario inventar el dinero? ¿Qué productos o servicios permiten que fidelice a mis clientes? ¿Cómo puedo optimizar la potencia contratada de esta instalación si sólo tengo la factura?
Preguntas que en algún momento no estuvieron resueltas. Algunas filosóficas, lejanas, otras cotidianas y que nos acompañan en el día a día. Pero al final todas requieren de análisis para ser respondidas. Y para ese análisis es necesario medir, objetivizar y experimentar empíricamente.
La última gran predicción de Einstein sobre el universo, la existencia de las conocidas como ondas gravitacionales, se acaba de confirmar 100 años después. Y para ello también ha sido necesario monitorizarla.
Según la Teoría General de la Relatividad hay objetos que convierten una porción de su masa en energía y la desprenden en forma de ondas de gravedad. Vibraciones del espacio-tiempo, el material del que está construido el universo. Son comparables a las ondas que podemos ver en la superficie de un lago, el sonido en el aire o las ondas electromagnéticas medibles con instrumentación electrónica, como nuestra querida onda senoidal eléctrica. Demos la bienvenida a las ondas gravitacionales.
Estas ondas deforman el espacio y el tiempo pudiendo, aunque de forma muy leve, modificar incluso la distancia entre cuerpos tan grandes como los planetas. No olvidemos que tienen más energía que billones con b de bombas atómicas.
El poder medirlas nos abre una nueva era en el conocimiento del universo pasando a poder conocer el 95 % del mismo que nos era “invisible”, frente al 5% en forma distintas longitudes de luz que ya nos era accesible: luz visible, infrarroja, rayos x, ondas de radio,…
Como toda onda, la gravitacional tiene su intensidad y frecuencia y puede monitorizarse. El gran instrumento óptico de precisión desarrollado para ello es el conocido como LIGO (Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales en inglés), capaz de identificar variaciones equivalentes a una diezmilésima parte del diámetro de un átomo, la medición más precisa jamás lograda por un invento humano.
No somos conscientes aún de las implicaciones que este descubrimiento aportará a generaciones futuras. Pero al igual que el hecho de resolver las cuestiones que formulaba al inicio del artículo permitió revolucionar la astronomía, la aeronáutica, la física, la economía, tu empresa y la gestión energética, el descubrimiento recién anunciado a buen seguro será el germen de una revolución en forma de aplicaciones prácticas que ahora no somos siquiera capaces de imaginar.
Juanvi Pérez Javaloyes.
Seinon. La herramienta del gestor energético.
imagen: Ligo.caltech.edu