En anteriores posts hemos mencionado el tema de las energías renovables y de cómo estas producen parte de la energía necesaria para el funcionamiento de multitud de procesos.
Las energías renovables están tomando cada día más importancia dentro de la gestión energética, tanto por la cada vez mayor concienciación ambiental de la sociedad, como por el necesario cambio futuro hacia ellas por la poca disponibilidad de los demás tipos de energías.
Dentro de este tipo de energías, una de las más importantes es la energía solar, la energía que utiliza la radiación del sol para su generación.
 
La energía solar se puede utilizar de manera activa o pasiva, dependiendo de la manera en que se capture, convierta y distribuya. La activa recoge la energía mediante placas fotovoltaicas o colectores térmicos para utilizarla posteriormente, mientras que la pasiva lo que hace es utilizar el sol de manera inteligente mediante la arquitectura bioclimática, con métodos como orientar un edificio al sol o utilizar los materiales adecuados en cada caso.
Cuando se utiliza de manera activa, se distingue entre energía solar térmica y energía solar fotovoltaica.
La energía solar térmica utiliza la radiación solar para calentar un fluido, el cual se utiliza posteriormente para diversas funciones como calentar los edificios, calentar el agua, hacer girar las turbinas para generar electricidad, etcétera.
La energía solar fotovoltaica utiliza la radiación solar para producir directamente electricidad mediante las células fotovoltaicas. Puede servir tanto para abastecer de electricidad a pequeñas casas, como para producirla a gran escala. Este tipo de energía solar es la que más está generalizándose para resolver los problemas que hemos mencionado.
Más adelante iremos viendo más sobre este tipo de energía y algunas aplicaciones donde se puede utilizar de manera adecuada.